viernes, 29 de agosto de 2014

Amarse con los ojos abiertos (cara A)

Hay libros que te encuentran, libros que te llaman, que te intrigan, te enseñan, te inspiran, te estremecen, te sorprenden, te enseñan y, sobre todo, se quedan en tu piel para activarse como un plano genético cada vez que uno pierde el rumbo. En esos momentos, ahí está la frase, el fragmento, el párrafo o todas las páginas juntas para devolverte al camino. Todo esto y más ha sido este libro para mí. Debo confesar que no era yo muy adepta a los libros denominados "de autoayuda" el mismo término me daba un poco de risa, me hacía pensar en un sucedáneo de ideas para aquellos desesperados y necesitados de cuatro palabrejas superficialmente seleccionadas para encontrar pareja, conservarla o, simplemente, bajar de peso y crecer en autoestima. Libros llenos de tópicos y reflexiones de bolsillo que no te llevaban más que a una lógica de sentido común... Y ahora tengo que tragarme mis palabras sin ni siquiera un vaso de agua que las acompañe porque me he enamorado, rotundamente y sin remedio, de este libro de autoayuda llamado "Amarse con los ojos abiertos" de Silvia Salinas y Jorge Bucay.

Con un estilo y un argumento más cercano a las novelas propiamente dichas, recorremos ese camino de enamorarse, reconocerse y elegirse en pareja. La historia cibernética de Roberto y Laura nos presenta distintos aspectos que es necesario aprender a desarrollar para llevar a buen puerto una relación de pareja. Dos seres que no tienen miedo a mirarse con los ojos como platos, aceptando todas las arrugas y las manchas del alma ajena para acabar no sólo "aceptándolas" sino besándolas y mimándolas porque en las manchas del otro encuentro las mías propias. Me sorprendió gratamente la redacción limpia y ligera de este libro, incluso al tratar reflexiones psicológicas más profundas, no hubo una página en la que tuviera que volver atrás para releer porque me hubiese perdido en la parrafada colosal o entre las palabras recargadas, obscuras de algunos terapeutas que más que ayudarte, sólo quieren satisfacer su propio ego. Este libro es, ante todo, humilde y auténtico.

Después de leer a Silvia Salinas hay un antes y un después en mi capacidad de amar, puede que suene muy trillado pero, es la realidad. Entre los párrafos he encontrado planteamientos desconocidos para mí, otros sospechados pero que permanecían en tinieblas y, finalmente, he podido desechar tantos pensamientos contaminados, nocivos y superficiales que acechaban mis relaciones. No quiero decir que ahora me haya convertido en una gurú del amor ni nada por el estilo, sólo en una mujer con las ideas más claras y reposadas, dispuesta a aceptar al otro sin miedo a la imagen de mí misma que pueda mostrarme.

Y si todo lo anterior no os motiva para salir corriendo a la librería más cercana o hacer clic en cualquier tienda digital, uno de mis fragmentos favoritos puede que lo consiga:

Los dolores que no pudimos expresar en nuestra infancia los cargamos como una mochila y, se expresan en nuestras reacciones antes de que nos demos cuenta. Desdichadamente, cuando vivimos una relación, los enfados y dolores no resueltos en el pasado los plasmamos en el presente con el otro. Por lo general, estos viejos dolores no aparecen hasta que tenemos una relación de pareja. El noviazgo y el matrimonio disparan estas viejas heridas y suponemos que es nuestro compañero el que las causa.
Habitualmente esto no ocurre al principio, sino a medida que nos vamos sintiendo verdaderamente unidos al otro. Este niño herido es como un agujero negro que lo absorbe todo, es como un dolor de muelas: cuando aparece no podemos pensar en otra cosa, el dolor domina nuestra vida. En muchos casos de separación el problema no se encuentra en la relación de uno con el otro, sino en asuntos no resueltos de uno de ellos (o de los dos) con su propio pasado. Mi reacción genera tu reacción y así nos vamos potenciando negativamente. 
Cuando acarreamos a nuestros niños heridos tenemos la sensación de no estar nunca en el presente. Siempre estamos reaccionando por cosas que nos pasaron hace muchos años. Esto imposibilita la relación con el otro. Hasta que no me ocupe de este niño herido, él seguirá reaccionando. Y el único que puede escucharlo soy yo mismo cuando me ocupo de su tristeza, de su enfado. 
Es necesario aclarar que no es posible descubrir algunas de estas heridas en soledad. Necesitamos de alguien que nos permita encontrarlas, un vínculo que las dispare con una persona que las autorice, que nos permita sentir lo que sentimos sin descalificarnos. El niño herido necesita la validación de su dolor. Sólo cuando la persona se siente validada en su dolor puede expresarlo y atravesarlo.

Adentrarse en esta obra puede ser un regalo maravilloso para los demás pero sobre todo para uno mismo ya sea que estés enamorado, en busca del amor, en soledad o acompañado de todos tus fantasmas. Lee y crece, cura y sana tus partes dañadas entre las líneas de este libro... No sé, Pablo, pero a mí ya me han dado ganas de leerlo de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario