domingo, 12 de julio de 2015

La Mano de la Buena Fortuna (cara B)

"читати", "живети" y "конвергирати" son tres verbos en lengua serbia que significan: "leer", "vivir y "confluir". No se confundan, no hablo serbio ni siquiera conozco bien el alfabeto cirílico pero conozco las palabras leer, vivir y confluir. Éstas tienen su equivalencia en el idioma hablado en Serbia, lugar donde nació Goran Petrović, el autor de la novela analizada en esta ocasión.

Gracias a un lector de este blog (Lenin), recibimos la recomendación de leer este libro. Su historia tiene una relación temática con nuestro blog: personas que realizan una "lectura total", o sea, lectores que se sientan en diferentes lugares geográficos a consultar el mismo texto y se reúnen entre las páginas escenarios, o más específicamente, en los escenarios recreados en la ficción. De este modo, yo puedo estar en mi cama acostado leyendo cualquier libro de mi preferencia y concertar una cita con María, quien desde su locación y con la misma edición del libro en sus manos, podrá verme en la página 253, por ejemplo.

La manera en que se logra esto no es tan complicada. Los personajes lectores entran en la historia por medio de las descripciones menos desarrolladas, imaginando y completando la información que el narrador sólo sugiere. Me gustaría contar más de la novela pero es más sencillo encontrar una descripción general en otros blogs al respecto. Aquí, por ejemplo.

Me interesa compartir las emociones que sentí como lector al encontrarme esta obra. Primero, siento que es un homenaje a las palabras. Petrović hace hincapié al idioma serbio, a términos utilizados en libros antiguos o vocablos que ya pocas personas usan y, por el mismo motivo, su realidad en el mundo desaparece cuando dejan de hablarse. Uno de los personajes en la historia comienza a escribir una novela como si estuviera construyendo una mansión, su materia prima es la lengua y precisamente recurre a términos ya olvidados para darle forma a su construcción, de esa manera rescata realidades (palabras) con fechas de nacimiento ya olvidadas y, así, las enaltece. Materializar la ficción habitándola, eso es una forma de expandir los espacios de la realidad.

Segundo. Hago una analogía con la identidad e incluso la existencia de cada persona gracias al vocabulario que cada uno posee. ¿Quiénes seríamos si no conociéramos ciertas palabras? ¿Ciertas realidades?: "Usted estuvo leyendo el libro y se topaba con palabras que ya no valen nada… Es obra de ellas… Tenga cuidado… Pueden robarle hasta lo que usted lleva en sus ojos." (La Mano de la Buena Fortuna, p. 207).

Finalmente, no hay mayor aventura, peligro o transformación que la de un libro como proveedor de visiones del mundo. Como fuente a la que se recurre para abrevar a la sed de nuestra imaginación. Como espacio donde a veces, estando tierra adentro, podemos viajar y pisar la arena junto a la playa para luego encontrarla dispersa por los rincones de nuestra morada.

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