lunes, 15 de septiembre de 2014

Entre líneas: Las mil y una noches (Cara A)


Mientras se lee también se puede contar, se puede probar y compartir aunque la lectura no se haya terminado todavía... puede que las conclusiones no sean totales, pero la parcialidad tiene su atractivo, su filosofía: según Jorge Drexler "Amar la trama más que el desenlace". 


Así pues mientras las líneas de "Las mil y una noches" nos envuelven con el erotismo ancestral entre velos y desvelos yo me permito hablar de cómo llegó a nosotros esta lectura. 

En una de las librerías de mi ciudad, encontramos Pablo y yo un pequeño folleto titulado "Nuestros 100 imprescindibles de la literatura universal". 


Al abrirlo, aparecían los títulos con sus correspondientes casillas para tachar incluidas, así que nos dimos a la tarea de completar y comparar las lecturas, como anticipamos nos faltaban bastantes... y nos seguirán faltando pues, sin duda, una vida no alcanza para transitar y disfrutar el camino de las letras. ¡Gracias a Dios! Así que decidimos hacer nuestro el reto de completar estas recomendaciones de forma esférica, bis a bis.

Nuestras lecturas hasta ahora (Cara A y B)
El siguiente paso era decidir cuál de estos maravillosos legados sería el primero. No nos costó mucho decantarnos por el mundo oriental y nocturno de "Las mil y una noches". Muchas de nuestras reflexiones y conversaciones se han dado de forma nocturna. Mi naturaleza noctívaga ha arrastrado al pobre Pablo a compartir madrugadas conmigo, así que nos pareció un paralelismo curioso, sumado al hecho de que los dos somos un poco cuentacuentos.

La lectura de cualquier clásico puede resultar un poco más compleja, incluso lenta por lo que entraña: el abismo generacional se nota. Uno puede llegar a perderse en algunas partes o en todas, cuánto más profundo retrocedemos, más parecemos desconectarnos. Sin embargo, como todo lo que merece la pena, si hacemos el esfuerzo de ir más allá, abriremos una ventana maravillosa: habremos comprado algo más que un libro, más que estilos y estructuras sintácticas, tendremos entre los dedos una máquina del tiempo. Leer los clásicos es una conexión con los problemas, los deseos, los sufrimientos, los anhelos, los miedos y las inquietudes universales y atemporales del género humano; es un darse cuenta de nuestra maravillosa insignificancia, de nuestra compleja red interconectada, que los de ayer, los de hoy y los de mañana sí seguiremos soñando y anhelando, sintiendo y padeciendo igual.

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